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Eventos Internacionales
Cada dos años, alternativamente a uno y otro lado del Atlántico, un Encuentro internacional reúne a los miembros de la IF y de la Escuela alrededor de un tema fijado desde el Encuentro anterior.
Previamente a cada Encuentro, los trabajos preparatorios serán difundidos en la Lista de difusión de los miembros, y retomados en el sitio. Las contribuciones presentadas en los Encuentros se incluirán en la Revista Heteridad en su edición electrónica.
Cada Encuentro es también la ocasión para reunir, durante un día y medio, las asambleas de la IF y de la Escuela, cuya vocación es la de ajustar la orientación y el funcionamiento a la experiencia y a la evolución de las distintas situaciones.
La cuestión de los vínculos sociales se plantea de manera aguda en lo que Jacques Lacan llamó en 1970, “el campo lacaniano” como campo del goce y hoy está por todas partes puesto que este campo está también por todas partes. Los vínculos que unen a la pareja, la familia o el mundo del trabajo se han vuelto tan precarios que todo el mundo habla de lo que los deshace. Se dice que es culpa del capitalismo, incluso de la ciencia que lo condiciona.
Sin embargo, fue en el psicoanálisis donde surgió a principios del siglo pasado cuando, Freud, en el momento en que se interrogaba sobre la “psicología colectiva”, no pudo hacer menos, al seguir el hilo de la palabra analizante, que reanimar la antigua pareja de Eros dios del vínculo, y de Thánatos la potencia “demoníaca” que disocia. Así se acercaba por la clínica de la intimidad a las cuestiones que hacen furor en la sociedad del capitalismo, mostrando, como Lacan lo formuló, que “lo colectivo no es nada sino el sujeto de lo individual”[1]. Desde entonces, el psicoanálisis tiene algo que decir sobre lo uno y lo otro ya que se le plantea la misma pregunta: ¿Qué es pues lo que aproxima los cuerpos invisiblemente, lo suficiente para que desde siempre hayan hecho pareja y sociedad, y que es el poder que desagrega? Este poder reconocido por Freud, Lacan lo llamó goce. Constituye lo sustancial del campo Lacaniano, que no es solamente el del deseo, sino el de los “acontecimientos” de goces de cuerpo, donde sea que se produzcan. Ahora bien, el goce no es vinculante, es siempre de uno sólo, tanto en la repetición, el síntoma o incluso…el acto sexual. Este tema de los vínculos sociales nos invita pues a recorrer el campo de lo social así como el del “uno por uno”, y, en primer lugar, en función de los instrumentos forjados por el psicoanálisis para pensar el sujeto del inconsciente.
Mediante ellos Lacan intentó repensar y ordenar de nuevo toda la clínica freudiana de lo que constituye enlace y desenlace.
1. Freud brindó sus primeras palabras clave: pulsión, libido, narcisismo, repetición, pulsión de muerte, sin olvidar las identificaciones correspondientes por las cuales los hablantes se socializan. Estas raíces freudianas hay que explorarlas de nuevo.
2. Lacan las modificó primero a partir de la cadena del lenguaje, lo que llamó las “aborregantes agregaciones del Eros del símbolo” mediante demanda y deseo. Luego a partir de la estructura del discurso. Ésta ordena lugares distintos que garantizan los lazos sociales a falta del orden sexual que no hay. Finalmente, recurrió al anudamiento borromeo de las tres consistencias propias al hablante que son imaginario, simbólico y real, cuyos nudos no van sin el acontecimiento del decir, para dar cuenta a la vez de lo que él llamó en su momento el “sujeto real” y de sus lazos sociales posibles. En cada uno de estos pasos se vuelve a reordenar el conjunto del corpus clínico freudiano, lo que certifica que aquí como en otros lugares, una teoría es responsable de los hechos que permite establecer, los cuales a su vez la confirman. Demostración que siempre debe volver a empezar.
1. Su definición en el psicoanálisis comienza con la psicología colectiva de Freud y va hasta la estructura de los discursos de Lacan. Para Freud, en todos los casos, es la libido - amor y deseo incluidos - y las distintas identificaciones que ella determina que asegura los lazos. Pero hay varios tipos de vínculos, y el orden que establecen entre los individuos, es siempre un orden de los goces, ya que “no hay discurso (…) que no sea del goce”[2]. De ahí la incidencia política: sin la regulación de los goces que los discursos garantizan no hay sociedad posible, y toda la cuestión es saber cómo esta regulación se instaura en cada individuo. Sobre este punto el capitalismo presenta su desafío.
2. Sin hablar de la miseria que engendra, ya no se duda de que degrada los vínculos sociales establecidos generando soledad y precariedad, puesto que ahora el individuo es el último residuo de esta degradación. Eso lo sabemos, pero aún falta decir cómo, mediante qué astucia, y cuáles son los límites posibles de sus estragos. ¿Sería Eros un recurso?
El asunto se refiere a las parejas del amor dentro y fuera del psicoanálisis.
1. Se pretendería que el amor hiciera de dos uno, pero los amores humanos tienen un destino completamente trazado, una experiencia ancestral lo confirma, va del entusiasmo a la desesperación o al desencanto. Lacan señaló sus hitos por la divergencia de las dos fórmulas “eres mi mujer” (“tu es” ma femme)* en 1953 y “matar mi mujer” (“tuer” ma femme)* en 1973. ¿Se trataría de mostrar lo que allí opera, y en lo particular de cada caso, para interrumpir el diálogo esperado así como el encuentro de los cuerpos? Este es todo el problema de lo real en juego en el amor con la cuestión de saber qué ocurre con él después de un análisis.
2. Y luego está la transferencia analítica que introduce algo nuevo en el amor, una subversión[3], que “constituye una promesa”[4], cierto, pero ¿qué promesa? Las peripecias de los amores de transferencia descubiertas por Freud nunca pierden su actualidad, se despliegan entre eternización, rupturas, y reiteración. ¿Qué pasa con su solución? Abundan las fórmulas: liquidación, falla percibida, caída, pero ¿está ahí el final de la transferencia, en el final mismo del análisis? De nuevo en esto sólo los casos particulares pueden enseñar.
Colette Soler, este 22 de diciembre de 2014
Traducción Patricia Muñoz
Encuentro Internacional de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano.
Este último, organizada por el CAOE, tendrá lugar el 14 de julio de 2016. Colegio de animación y de orientación de la escuela (CAOE) : LOMBARDI Gabriel, MAIOCCHI Maria Teresa, DE LA OLIVA Maria Luisa, SOLER Colette.
El CAOE en estrecha colaboración con el CIG y los otros dispositivos de Escuela se unen de hoy en adelante para organizar el trabajo alrededor del tema.
Colette Soler, 21 Abril, Buenos Aires
La finalidad de este título es reflexionar acerca del lugar del pase en la Escuela, y en los efectos de este lugar. Pase y Escuela en efecto son solidarios, pero distintos.
Nosotros retomamos de Lacan la finalidad que él dio al pase: la interrogación del deseo del analista, que apunta, según los términos mismos de Lacan, a la garantía del analista. Pone el foco de atención en los colegas que tienen necesariamente una larga experiencia de análisis, sean pasantes o pasadores. Lacan repite que esto es sin obligación, no necesariamente para todos.
La Escuela es otra cosa, pues es para todos sus miembros, incluso para los no practicantes si es que los hay, también para aquellos que trabajan en instituciones e igualmente para los analizantes que llegan al psicoanálisis y aún no tienen ninguna idea de adónde les puede conducir. Les concierne a todos porque lo que el trabajo de Escuela debe poner en marcha es el psicoanálisis mismo en todos sus aspectos y con el fin de causar…el deseo de psicoanálisis.
Claro que el pase puede tener consecuencias para todos, pero a condición de que el discurso que tengamos a partir del dispositivo no esté focalizado exclusivamente en el dispositivo, sobre quién pasa o no etc. porque entonces se olvida de hablar al conjunto de los miembros de Escuela.
La expresión
El deseo de psicoanálisis no es tan misterioso, fundamentalmente no se refiere a otra cosa que a la transferencia con el psicoanálisis, y afectos aparte, a una relación al sujeto supuesto saber del psicoanálisis. Desde que ésta existe, precede generalmente a que alguien se dirija a un analista. Aunque no siempre es verdad, ya que a veces encontramos a sujetos para los cuales no es ese el caso, notablemente en las instituciones, pero esto no es lo más frecuente.
Por otra parte, de qué se quejan hoy día los analistas si no es de la falta de esta transferencia previa, y deploran que la suposición de saber se desplace hacia la neuro-biología, sobre todo de sus consecuencias ideológicas. Y de qué hablamos cuando se dice por ejemplo que la cultura anglo sajona es resistente al análisis si no es justamente de que la transferencia al análisis es allí menor que en los países de lengua latina.
Además, la expresión deseo del analista es equívoca: en el sentido subjetivo del de, es el deseo que anima a un psicoanalista, el deseo que empuja a alguien a asumir esta función de analista, pero en un sentido objetivo, es el deseo de que haya analista. Este último está del lado analizante, y se percibe bajo la forma de esa espera particular que es la demanda de interpretación.
Si queremos referirnos a Lacan, observo que en cuanto él introduce por primera vez la expresión deseo del analista, no lo subjetiva, no designaba aquello que anima al analista, sino que designaba –primera ocurrencia-, una necesidad estructural de la relación transferencial, la necesidad de causar el deseo analizante que la demanda de amor recubre, como deseo del Otro.
Entonces, hay una pregunta: ¿de dónde viene este deseo de psicoanálisis?
Tengamos en cuenta la historia. Es Freud quien lo creó, diría encantada, ex-nihilo. Se pueden despejar las condiciones históricas, culturales, tanto como subjetivas de la aparición de Freud, y abrir así el capítulo de lo que Lacan pudo formular acerca de estas condiciones, pero sean cuales sean estas, es el decir de Freud lo que es la causa de esta transferencia al psicoanálisis. Es el acontecimiento Freud quien hizo existir un deseo de psicoanálisis. Decir acontecimiento, es designar una emergencia y una contingencia.
Lacan consiguió relanzar -eso es seguro-, una nueva transferencia al psicoanálisis que se traduce claramente por la presencia nueva o reavivada del psicoanálisis, allá adónde llega su enseñanza en el mundo. Sin embargo para él no era ex-nihilo. Y desde el comienzo él lo hizo para superar los topes de la práctica freudiana acerca de la « resistencia » del paciente y acerca del impasse final del rechazo de la castración.
Estos dos ejemplos son suficientes para afirmar que el deseo del psicoanálisis depende mucho de los analistas.
Además para Lacan, el amor de transferencia es nuevo porque proporciona « un partenaire que tiene la oportunidad de responder »[1]. Si este partenaire falta, se produce el fin de la transferencia. Freud se implicó como el partenaire que respondía y Lacan –siempre me impresionó- se anunciaba como aquel que iba a responder de nuevo ahí donde Freud se había retirado y los post freudianos con él, y lo anunciaba incluso antes de haberlo hecho. Haciéndolo, engendró en quienes le escuchaban la espera de su respuesta, y en 1973 dijo « yo vuelvo a poner en juego la buena fortuna, con la salvedad de que esta oportunidad esta vez viene de mí y que yo debo proporcionarla »
La cuestión entonces: ¿cómo pueden los analista de hoy pueden seguir teniendo la oportunidad de responder?